No me hables de cazadores buenos...

Hoy me llegó este correo, estas palabras tan llenas de dolor, rabia e impotencia. He querido compartirlas con vosotras, porque ya va siendo hora que empiecen a cambiar las cosas y porque entre todos podemos y tenemos que hacer que eso ocurra. Por Banda y por todas las Bandas del mundo.

No me hables de cazadores buenos.

No, no lo hagas, o al menos no lo hagas hoy. Hoy que Banda está muerta.

No me hables de buenos que empuñan armas; de buenos que se llenan la boca de naturaleza y ecología, y los bolsillos de sus chalecos de balas y perdigones; de buenos que apuntan a matar; de buenos que por “alma” entienden la parte hueca del cañón de la escopeta.

No, por favor, hoy no, porque hoy Banda está muerta.

El buen cazador que “perdió” a Banda le regaló la mirada indiferente de los seres humanos con los que se encontró durante 2 años, una carretera, un coche destrozándole el cuerpo, una espina dorsal hecha pedazos y la muerte. Si hubiera algún consuelo sería la mirada empañada, las palabras dulces y los brazos acogedores de Teresa en los que Banda murió.

Es que ¿sabes? si hoy me hablas de cazadores buenos, o de buenos aficionados a la fiesta nacional, o de buenos galgueros, o de buenos domadores de leones, o de buenos degustadores de terneros recién nacidos con patatas, o de buenos progres y sus leyes de protección animal; digo, si me hablas de tantos “buenos” sabrás lo mala que soy. Y hoy no toca, y aquí tampoco.

Hoy sólo es hoy porque Banda está muerta y porque Teresa sí es buena, y porque sí son buenos y puedes hablarme de ellos, los compañeros de El Refugio-Escuela y los compañeros del resto de protectoras de un país tan apegado a sus tradiciones que exporta sangre y muerte como señas de identidad.

No, no quiero ser mala, pero jode tanto saber que Banda está muerta.

Sofía (El Refugio Escuela)